Anna Soteras es coordinadora de proyectos del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), y enfermera de profesión. Durante la crisis de la COVID-19 ha trabajado como voluntaria en el centro de atención primaria EAP Sardenya de Barcelona y el Colegio de Médicos de Barcelona.
¿Por qué decidiste presentarte como voluntaria para trabajar durante la pandemia de la COVID-19 en el EAP Sardenya?
Antes de que empezara la crisis sanitaria, tuve claro que la situación a la que nos deparaba era crítica, y requeriría de muchos esfuerzos a todos los niveles. Como enfermera, decidí reincorporarme de nuevo al sistema sanitario de forma voluntaria, para dar apoyo en la gestión de la pandemia. El EAP Sardenya es el centro donde me formé y crecí profesionalmente; por lo tanto, me ofrecí voluntaria para ayudarles en todos aquellos aspectos que fuera necesario.
¿Qué tareas has hecho allí durante este tiempo?
He trabajado presencialmente y por teléfono. Debido a la crisis del coronavirus, se tuvo que rediseñar la atención de los usuarios en todo el sistema sanitario. En el centro de atención primaria en el que he estado, lo que se hizo fue realizar por vía telefónica todas aquellas visitas que se hacían habitualmente de forma presencial, y dejar solo la atención presencial para las visitas urgentes y las que requerían exploración física.
A todos los casos que presentaban sintomatología compatible con la COVID-19, y que por lo tanto, eran casos posibles (ya que al principio no se disponía de pruebas diagnósticas), les hicimos seguimiento telefónico periódico siguiendo los distintos protocolos que se iban actualizando día a día, así como también acompañamiento a su entorno, proporcionando consejos de higiene, aislamiento, etc. Los casos con sintomatología grave o que no evolucionaban favorablemente se citaban en el centro para realizarles una exploración y una ecografía pulmonar, y valorar si era necesaria o no la derivación a un centro hospitalario.
¿Cómo has vivido esta experiencia?
Inicialmente hubo mucho agobio porque los protocolos de actuación se cambiaban y actualizaban prácticamente a diario, e hizo falta documentarse muy bien sobre la enfermedad para poder dar la mejor atención posible a los pacientes. Han sido momentos duros en cuanto a la gestión emocional, ya que lógicamente había miedo, muchas preguntas, y cada persona tenía una realidad distinta: soledad, familiares ingresados con los que no tenían ningún contacto y ni siquiera con el equipo médico para conocer la evolución de su estado de salud, pérdida de personas cercanas sin la posibilidad de despedirse, personas dependientes a cargo, etc.
Creo que disponemos de un sistema sanitario único, que ha funcionado como un inmenso engranaje y con una capacidad impresionante de adaptación a todos los niveles. Merece la pena que defendamos nuestro sistema sanitario, así como también la investigación, ya que ambos son imprescindibles.
Por otro lado, ¿cómo surgió la iniciativa de coordinar las donaciones de material sanitario con el Colegio de Médicos de Barcelona?
En la Fundación Pasqual Maragall tuvimos la iniciativa inmediata de entregar al EAP Sardenya todo nuestro material sanitario de protección e higiene (ya que paramos todas las visitas de nuestros estudios), para que lo distribuyera a los distintos centros sanitarios o sociosanitarios que no disponían de material de protección para afrontar la crisis.
Gracias a esta iniciativa y a la fuerza de las redes sociales, y tras la detección de las muy graves carencias de material que existían en todos los centros sanitarios, hospitalarios, sociosanitarios, centros de salud mental, etc., iniciamos una campaña en el Colegio de Médicos de Barcelona de recogida de material para suplir estas necesidades. Mi colaboración con el Colegio de Médicos, también como voluntaria, consistió en coordinar las donaciones de material que hicieron entidades y personas a título individual, y en clasificarlo y distribuirlo. Gracias a esta iniciativa, se pudieron distribuir miles de mascarillas, batas, geles hidroalcohólicos y guantes, y se consiguieron una decena de respiradores que fueron distribuidos a distintos hospitales, entre otros muchos materiales de protección.
¿Qué aprendizajes te llevas de esta ola de solidaridad?
Creo que el aluvión de solidaridad que ha habido ante esta crisis nos ha hecho más fuertes como sociedad. La solidaridad no sólo se ha reflejado en donaciones materiales o económicas, sino que también en los cientos de iniciativas altruistas que han surgido en todo el territorio, como coser mascarillas en casa para su distribución, la impresión 3D doméstica de materiales varios, la ayuda comunitaria a los más vulnerables a cubrir sus necesidades… Y también, de esta crisis me quedo con la actitud que ha tenido la población respetando las instrucciones de quedarse en casa, y de protegerse cuando ha salido a la calle.