Las personas sanas que perciben un deterioro cognitivo más intenso y tienen niveles anómalos de proteína beta-amiloide muestran cambios en el cerebro en áreas relacionadas con la enfermedad de Alzheimer. Así lo describen nuevos resultados obtenidos por investigadores del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), el Hospital Clínic de Barcelona y el IDIBAPS y publicados en la revista Journal of Alzheimer’s Disease.
El deterioro cognitivo subjetivo es la percepción persistente que tiene una persona de estar experimentando una disminución en sus capacidades cognitivas en comparación a su estado normal. Esta alteración, por definición, no se detecta en los tests cognitivos que se utilizan en la práctica clínica para el diagnóstico de Alzheimer u otras demencias, pero es importante estudiarla ya que puede ser un factor de riesgo de sufrir demencia en el futuro.
En este estudio, se analizaron datos de 56 adultos cognitivamente sanos. Ellos y una persona cercana respondieron, por separado, a un cuestionario para medir el grado de deterioro cognitivo subjetivo. Además, se realizaron a los participantes una serie de pruebas como tests cognitivos, resonancias magnéticas y análisis de niveles de beta-amiloide, una proteína que se relaciona con la enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores exploraron las asociaciones entre las puntuaciones del cuestionario de deterioro cognitivo subjetivo y los volúmenes locales de sustancia gris cerebral. Encontraron que personas con más percepción subjetiva de deterioro cognitivo tenían un volumen más bajo en algunas áreas que acostumbran a estar afectadas en fases tempranas de la enfermedad de Alzheimer, como el precúneo, el córtex cingulado o los lóbulos frontales.
En algunos casos, sin embargo, la relación era justamente la contraria: algunas áreas cerebrales tenían un mayor volumen en personas con una percepción más intensa de deterioro cognitivo. “Estos resultados apoyan la idea de una interacción compleja entre los niveles de beta-amiloide, el volumen cerebral y las percepciones subjetivas”, explica el Dr. Gonzalo Sánchez-Benavides, investigador del BBRC y uno de los primeros autores del estudio. “Aún no sabemos del cierto si los incrementos del volumen observados se deben a inflamación o a mecanismos compensatorios que permitirían que la persona se mantenga cognitivamente sana durante más tiempo pese a tener acumulación patológica de beta-amiloide en el cerebro”.
Por otro lado, los autores destacan que la percepción subjetiva de deterioro de las capacidades cognitivas no siempre se relaciona con una fase inicial de la enfermedad de Alzheimer y puede ser debida a muchas otras causas como, por ejemplo, al declive asociado al envejecimiento, a trastornos afectivos o a otros problemas de salud.
Es importante estudiar qué características concretas son más específicas de las personas que tienen más riesgo de desarrollar demencia. En este caso se ha encontrado que es la percepción de declive en funciones ejecutivas (funciones de alto nivel como la planificación o hacer dos cosas a la vez) y el lenguaje la que se relaciona con un menor volumen cerebral, y no tanto en la memoria.
La identificación de las características de estas percepciones subjetivas más específicamente relacionadas con cambios biológicos asociados a Alzheimer es importante porque permitiría detectar personas que tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad y en las cuales se podrían poner en marcha estrategias de prevención de la demencia.