En enero del 2020, los investigadores del BarcelonaBeta Brain Research Center (BBRC) publicaron los resultados de un estudio sobre la relación entre el insomnio y el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. En concreto, descubrieron que las personas con problemas del sueño presentan diferencias en el rendimiento cognitivo y la estructura cerebral, especialmente en la sustancia blanca y algunas regiones que se afectan en etapas tempranas de la enfermedad de Alzheimer.
Hablamos con el primer autor de este trabajo, el Dr. Oriol Grau, neurólogo e investigador del grupo de Investigación clínica, Biomarcadores y Factores de Riesgo, para conocer la evolución de este estudio y el nuevo proyecto de investigación Alfa Sleep, que liderará junto al director del Programa de Prevención del Alzheimer del BBRC, el Dr. José Luis Molinuevo.
A grandes rasgos, ¿qué sabemos sobre la relación entre el insomnio y la enfermedad de Alzheimer?
Es bien conocido que el insomnio afecta negativamente al rendimiento cognitivo, aumenta el riesgo de deterioro cognitivo en edades avanzadas, y también que las personas con enfermedad de Alzheimer suelen presentar insomnio y otros trastornos del sueño. Lo que hemos empezado a entender mejor en los últimos años son algunos de los mecanismos responsables de esta asociación, particularmente la relación entre la calidad del sueño y los cambios cerebrales relacionados con la enfermedad de Alzheimer. Todo apunta a la existencia de un círculo vicioso entre calidad del sueño y Alzheimer: por un lado, dormir poco y mal favorecería la acumulación de las proteínas beta-amiloide y tau, que sabemos que se acumulan en el cerebro de personas con enfermedad de Alzheimer; por otro lado, la enfermedad de Alzheimer afecta desde etapas precoces a regiones del cerebro implicadas en la regulación del sueño, favoreciendo la aparición de insomnio.
¿Tener insomnio implica directamente que podamos desarrollar la enfermedad en un futuro?
No. La enfermedad de Alzheimer es el resultado de una interacción muy compleja en la que intervienen muchos factores como la edad, la genética y numerosos factores ambientales, muchos de ellos relacionados con nuestro estilo de vida. El insomnio es uno más entre muchos de estos factores de riesgo, por lo que su contribución al riesgo total de padecer la enfermedad seguramente es pequeña. Aun así, es de vital importancia comprender bien como afectan todos y cada uno de estos factores de riesgo al desarrollo de la enfermedad, especialmente aquellos sobre los cuales podemos actuar, para poder desarrollar estrategias preventivas que sean eficaces.
Hay muchos factores que pueden afectar a la calidad y la cantidad del sueño. Por ejemplo, ahora durante el confinamiento muchas personas tienen más problemas para dormir. ¿Qué factores tenéis en cuenta para medir el insomnio en los participantes de los estudios del BBRC?
La calidad del sueño puede verse afectada por multitud de factores y puede variar de un día para otro. Por este motivo, usamos cuestionarios que intentan reflejar la calidad del sueño durante un periodo de tiempo determinado, no de un día puntual. Aún así, es cierto que circunstancias excepcionales como la actual afectan a este tipo de mediciones y probablemente habría que tenerlo en cuenta en los análisis. De hecho, cuando analizamos los datos, siempre intentamos tener en cuenta todo tipo de circunstancias y factores que pueden influir en la calidad del sueño. Por ejemplo, las personas con altos niveles de ansiedad o depresión tienden a dormir peor. Por otro lado, sabemos que la calidad el sueño empeora con la edad, que las mujeres son más propensas a sufrir insomnio y que la obesidad se relaciona con una mayor probabilidad de apneas del sueño. Al analizar los datos siempre tenemos en cuenta todas estas variables para asegurarnos de que los resultados que encontramos se explican por diferencias en la calidad del sueño, y no por otros factores.
¿Qué resultados habéis obtenido hasta ahora gracias a las pruebas que realizan los participantes del BBRC?
Hemos analizado datos de 1.683 personas sanas que participaron en el estudio Alfa, que cuenta con el apoyo de la Fundación “la Caixa”, y hemos observado que la presencia de insomnio se asocia a un peor rendimiento en pruebas cognitivas. En un grupo de cerca de 400 personas que se realizaron una resonancia magnética cerebral también hemos analizado si existen diferencias en el volumen de sustancia gris entre las personas con y sin insomnio, y hemos visto que las primeras tienen menor volumen de sustancia gris en regiones que se alteran de forma precoz en la enfermedad de Alzheimer. Nuestros datos también sugieren que podría haber cambios inflamatorios en la sustancia blanca (donde encontramos las conexiones entre las diferentes regiones del cerebro) relacionados con el insomnio.
En los próximos meses pondréis en marcha un nuevo estudio sobre el insomnio, llamado ‘Alfa Sleep’, gracias a dos proyectos competitivos obtenidos de la Alzheimer’s Association Research Fellowship Program y el Instituto de Salud Carlos III. ¿En qué consistirá este estudio?
En este estudio damos un paso muy importante en cuanto a la calidad del tipo de información sobre el sueño que recogemos, ya que, además de cuestionarios, recogeremos datos mediante actígrafos, que son unos dispositivos con forma de pulsera que proporcionan datos muy precisos y fiables sobre la calidad y cantidad del sueño. También invitaremos a un grupo reducido de participantes a realizar un polisomnograma, que es la prueba más fiable y detallada que existe para estudiar el sueño. Además, analizaremos los niveles de una sustancia llamada orexina, que es clave en la regulación del sueño y podría estar implicada en la enfermedad. Esta información se añadirá a todos los datos que ya recogemos dentro del estudio Alfa+, que incluyen información clínica muy detallada, pruebas de cognición, neuroimagen avanzada y recogida de muestras de sangre y líquido cefalorraquídeo
¿Qué resultados esperáis obtener?
Mediante el análisis de los datos recogidos estudiaremos la asociación entre diferentes parámetros del sueño y cambios bioquímicos y cerebrales tanto en lo que respecta a su función como su estructura. Esperamos poder demostrar que una menor calidad del sueño se asocia a mayores depósitos de proteínas tau y beta-amiloide, y a diferencias en la estructura y la función cerebral en personas sanas, así como entender cuál es el papel de la orexina y de la inflamación cerebral en esta relación. Una buena comprensión de los mecanismos que vinculan sueño y Alzheimer es necesaria de cara a sentar las bases para el diseño de tratamientos farmacológicos u otro tipo de intervenciones encaminadas a prevenir o tratar la enfermedad de Alzheimer a través de una mejora de la calidad del sueño.