Un año más, el Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC) se suma a la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el testimonio de 4 científicas que trabajan por un futuro sin Alzheimer.
Recuerdo perfectamente que desde bien pequeña me encantaban los animales y decía que quería ser médico, y no de familia precisamente ... ¡Yo quería operar a cuerpo abierto! Esto lo pensé aproximadamente desde primero de primaria hasta COU, cuando descubrí que me gustaba mucho escribir y nos empezaron a contar cosas de genética. Me fascinaron tanto las leyes de Mendel que me di cuenta de que lo que yo quería hacer era investigación de laboratorio en el campo de la genética.
En una de esas visitas de orientación profesional que nos dieron en los últimos años del instituto, pude hablar con la catedrática Mercè Durford de la Universitat de Barcelona (UB), que nos habló de Biología, me preguntó qué me gustaba, y al mencionar la investigación en genética, me recomendó que optara por esta carrera. Y la verdad es que me encantó, excepto los primeros meses que pensaba que me había equivocado porque sólo hacíamos matemáticas, química y física.
Muy pronto en la UB, un profesor (el Dr. Jordi Garcia, que sería mi director de tesis posteriormente) me preguntó si quería hacer prácticas en su laboratorio (¡del departamento de Genética!). Para mí fue una sorpresa, porque entonces pensaba que en la universidad sólo se daban clases y no investigación. En 3º ya entré en su laboratorio y allí seguí mi carrera hasta sacarme el doctorado. Después hice un postdoc en Inglaterra durante 5 años, y volví a Barcelona con una beca Ramón y Cajal para seguir trabajando en mi ámbito de especialidad: la genética del desarrollo.
Llegó un momento en el que volví a sentir esa vocación de la infancia de trabajar en algo más médico y decidí cursar un Máster de Investigación Clínica. A partir de aquí es cuando dejé el laboratorio y empecé a trabajar en el BBRC en proyectos de gestión e investigación clínica en humanos. Supongo que ahora me gusta tanto mi trabajo en el BBRC porque combina la escritura de proyectos y subvenciones con la investigación clínica con un objetivo claro: poder prevenir la enfermedad de Alzheimer.
Por último, puedo decir que la ciencia me ha aportado muchas alegrías, pero también frustraciones. En primer lugar, he podido disfrutar de una profesión que me apasiona y viajar mucho. De hecho, ¡sin la ciencia probablemente no habría conocido a mi pareja y padre de mis hijos! Pero, por otro lado, también es cierto que las etapas finales han sido frustrantes, ya que es bien sabido que en España hay muy pocas plazas y muchos candidatos para cada posición científica. Sin embargo, creo que el camino en global ha valido la pena y está siendo muy gratificante.
Cuando era pequeña quería ser veterinaria, ya que me encantan los animales. Sin embargo, pronto descubrí que ser veterinaria no quería decir acariciar a los animales cada día...
Aparte de esta anécdota, siempre me ha gustado explorar el mundo que me rodea y observar los actos, los pensamientos y los sentimientos de las personas; por eso, decidí estudiar Psicología en la Universidad de Yeditepe en Estambul. Durante el segundo año de mis estudios, vi una conferencia sobre psicología cognitiva y me encantó porque trataba temas muy interesantes sobre la asociación cerebral y conductual. Para adentrarme en estos campos, hice algunas prácticas y trabajos voluntarios en ciencias cognitivas y neuropsicología, y finalmente cursé un máster en Neurociencia Cognitiva.
Aparte de esto que he explicado, perdí a algunos miembros de mi familia por tumores cerebrales. Fue una experiencia aterradora y muy dura porque pude ver los cambios en su personalidad, comportamiento, habla y funciones corporales asociados a los problemas del cerebro. Estos hechos despertaron mi curiosidad y alimentaron mi interés por entender la estructura, la función y específicamente los trastornos cerebrales. En definitiva, creo que todas estas experiencias hicieron que me diera cuenta de que quiero dedicar mi carrera a las ciencias del cerebro.
Aunque todavía me encuentro en los inicios de mi carrera, ya que estoy trabajando como estudiante de doctorado en el BBRC, puedo decir orgullosa que estoy aprendiendo muchas cosas en este viaje. La ciencia me ha enseñado que no hay una única aproximación al mundo que me rodea y que hay muchas maneras diferentes de resolver un problema. Mis experiencias de investigación en diferentes países me han hecho tener una mentalidad más abierta, aprender a trabajar de manera independiente, y disfrutar del trabajo en equipo con personas de diferentes culturas. Además, gracias a la ciencia estoy aprendiendo a trabajar duro, a gestionar mi tiempo, a tener paciencia y ver las dificultades como retos que me ayudan a mejorar mis habilidades profesionales y personales.
Finalmente, lo que más me gusta de mi trabajo es que siempre hay algo más por aprender y descubrir. Cuanto más indago, más apasionante es encontrar respuestas a las preguntas. Me gusta el proceso de lectura, escritura, pensamiento crítico, exploración y la sensación de estar contribuyendo al campo de investigación en el que trabajo y ayudando a la gente que pueda estar afectada en un futuro por el Alzheimer.
De pequeña me gustaba construir cosas, pintar, coser con mi abuela, recoger lo que encontraba por el bosque y categorizarlo, pero no tenía una idea de profesión o carrera en la cabeza.
En 8ª de EGB, tuve un profesor de ciencias maravilloso, muy motivador e inspirador. Cuando fui al instituto, mi profesora de biología y geología fue mi referente, teníamos un laboratorio muy preparado y cuando hacíamos salidas al campo, siempre aprendíamos mucho con ella. Además de estos referentes, creo que también contribuyó a mi interés por la ciencia la serie de “Érase una vez la vida”. Me parece que es inspiradora y muy innovadora, sobre todo para aquella época.
Mi carrera científica la inicié con la licenciatura en Biología Molecular en la Universidad de Santiago de Compostela, y posteriormente obtuve el doctorado en Neurobiología y Neurociencias en la Universidad de A Coruña. Desde entonces, trabajé como investigadora postdoctoral en laboratorios de diferentes ciudades, siendo en Denver, Colorado, donde hice mi primer postdoc y maduré como investigadora. A partir del 2011, dejé la bata y las pipetas para dedicarme a la gestión científica, la transferencia de conocimiento y la gestión de proyectos. Actualmente, formo parte del Data Center del BBRC, donde trabajo en proyectos relacionados con la calidad, integridad y protección de los datos.
Echando la vista atrás, si pienso en lo que me ha aportado la ciencia, ¡podría escribir muchas páginas! A nivel profesional, me ha enseñado a abrir mi mente, a preguntar, a ser tenaz, a levantarme después de caer. La ciencia te ayuda a estructurar tu cerebro, a aprender nuevas cosas, a buscar el porqué, la rueda nunca se para. A nivel personal, la ciencia me ha ofrecido la oportunidad de conocer gente maravillosa, de viajar, de crecer como persona y ser feliz.
Por otro lado, también puedo decir lo que menos me gusta. En mis años de laboratorio, lo que llevaba peor era trabajar con animales (peces, ranas, ratas y ratones). Soy consciente de que son necesarios para avanzar en el conocimiento y la investigación, pero es la parte del trabajo que no echo de menos.
Mi interés por la ciencia se despertó cuándo era pequeña (aunque no lo supiera), ya que mi padre y yo montábamos aviones teledirigidos y los hacíamos volar todos los fines de semana. Siempre tenía mucha curiosidad por entender cómo funcionaban las cosas de mi alrededor, pero también me gustaban mucho los temas de arte. Siendo una niña, me imaginaba de mayor como pintora, escritora y piloto de cazas, aunque esto último se quedó en un sueño de la infancia.
Una vez en la ESO, me di cuenta de que, aunque me seguían encantando las asignaturas de arte, me gustaban mucho las matemáticas, la física y la química, y empecé a pensar que podía buscar trabajo en esas ramas. No tenía muy claro qué quería hacer hasta que descubrí que existía la carrera de Ingeniería Biomédica, en la que podría juntar la parte de ingeniería con el cuerpo humano. Estudié esa carrera en la Universidad Carlos III de Madrid, y tras eso, realicé un máster en el mismo campo.
Ahora trabajo como investigadora predoctoral en el BBRC, donde la ciencia me sigue aportando la capacidad de montar otro tipo de “aviones teledirigidos” con un objetivo que me encanta. La ciencia me permite ver el mundo desde un “¿por qué sucede?” y un “¿cómo funciona?”, y me da la posibilidad de intentar responder a esas preguntas usando un razonamiento lógico y crítico. Aunque todavía me queda mucho por aprender, pienso que es un camino duro, pero muy satisfactorio.
En cuanto a mis referentes, a nivel personal son mis padres, ya que si pienso en cómo he llegado a donde estoy ahora, es todo gracias a ellos. A nivel científico, tuve profesores en la carrera (Juan José Vaquero, Arrate Muñoz y Javier Pascau), que hicieron que me apasionara la Ingeniería Biomédica y que quisiera seguir estudiando e investigando. Y actualmente, mis grandes referentes son mis mentores Juan Domingo Gispert y Verónica Vilaplana, de los que estoy aprendiendo mucho y me motivan para seguir buscando y respondiendo las preguntas adecuadas de la mejor forma posible.
En resumen, lo que más me gusta de mi trabajo es la flexibilidad y la dinámica: siempre tienes que estar aprendiendo cosas nuevas y buscando nuevas preguntas. Y, en mi caso, poder contribuir en el campo de la enfermedad de Alzheimer es lo que más me motiva para darlo todo en mi trabajo.
Actualmente, el 67% de la plantilla del BBRC son mujeres que ocupan diferentes cargos de responsabilidad y provienen principalmente de carreras científico-técnicas: Medicina, Enfermería, Psicología, Matemáticas, Estadística, Física, Bioquímica, Biología, Ingeniería Informática o Ingeniería Biomédica, entre otras.
Paralelamente, el BBRC ha suscrito recientemente los 12 compromisos de la Carta de Hipatia de Alejandría para la igualdad de género y liderazgo femenino en ciencia. La gerente científica del centro, la Dra. Karine Fauria, es la agente de igualdad del BBRC para la activación de estos compromisos en una iniciativa impulsada por AQuAS con el apoyo del Departamento de Salud y la Fundación 'la Caixa'.
La Asamblea General de las Naciones Unidas impulsó el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el objetivo de conseguir un acceso y una participación plena y equitativa en la ciencia, y alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas.